miércoles, 18 de abril de 2018

La España rural se despide del aislamiento digital




Para hablar por teléfono con el alcalde de Magaña (Soria) hay que esperar a un golpe de suerte. Es decir, a que salga del pueblo. 

En esta pequeña localidad con apenas 85 empadronados no hay cobertura móvil, aunque desde hace ocho meses internet ha llegado a sus vidas. «Tampoco creamos que por tener conexión iban a llegar los nuevos pobladores, pero hoy en día es algo básico», asegura el regidor Fernando Marín, que además de lidiar con la cobertura, lo hace con la despoblación.
Desde el pasado mes de junio las actividades más nimias han dejado de ser un problema logístico. Fue ese mes cuando Hispasat, el grupo español de satélites, instaló internet en el pueblo. Antes, para quedar con los amigos a ver un partido de fútbol en un bar había que iniciar una batida casa por casa. En los casos urgentes, era aún peor. «¿Sabes la típica imagen de un señor encima de una silla, con el móvil en alto, intentando coger cobertura? Pues eso es lo normal, 100% realidad», cuenta Iluminada Montes, vecina de la localidad soriana. «Ahora tenemos WhatsApp, y es una maravilla», afirma Marín. Y no solo eso. Funciona la administración electrónica del Ayuntamiento, se pueden ver películas por streaming y los autónomos hacen pedidos y gestiones online, como en el resto del país. Incluso la vida familiar ha mejorado. En verano, los padres dejaron atrás las fuertes disputas con sus hijos, a quienes les aterraban 15 días lejos de la ciudad, sin cobertura móvil ni internet.

Acceso a la Red

La suerte de Magaña se podrá extender ahora al resto de los 2.500 pueblos españoles que siguen sin acceso al mundo digital. Hispasat y la operadora de telecomunicaciones Eurona suscribieron la semana pasada un acuerdo de 100 millones de euros para llevar la banda ancha a zonas remotas del territorio español a través de la campaña «Conéctate por satélite». Lo harán gracias a la puesta en marcha de dos nuevos satélites. El primero está ya en órbita, el segundo se lanzará en la madrugada del 21 al 22 de febrero y estará operativo para este verano. «Supone el fin a la brecha digital en España», recalcaron las dos compañías.



La velocidad ofrecida será de 30 Mbps por 39,90 euros al mes. Para la instalación técnica en los hogares será posible optar a subvenciones estatales de hasta 400 euros. Esta es, precisamente, la conexión con la que cuenta ahora Montes, que tiene una casa rural, Montes de Alhama, también en Magaña. Hasta hace unos meses, para mandar los datos de ocho clientes al registro obligatorio de hospedería de la Guardia Civil, Montes podía tardar media hora en el mejor de los días. En el peor, y tras un periplo intentando conectar internet a través del móvil con el ordenador, acababa en plena noche volviendo a Soria para enviarlos. Hoy tarda menos de cinco minutos.
En Lagartera (Toledo), la velocidad de internet lleva inmutable desde los años 90: es de 1 Mbps, que viaja a través de una instalación de cable de cobre. Sus vecinos tardan cuatro días en descargarse una película por internet, llega antes el paciente a la farmacia que la receta enviada por el médico y un email con un documento de texto adjunto está seis horas en la bandeja de salida. «Hemos visto que van a lanzar un cohete, ¡se lo tenemos que decir al alcalde!», comenta Guadalupe, que hace más preguntas sobre la nueva iniciativa de las que responde sobre el pueblo. «Hay gente que ha instalado antenas por satélite para mejorar la conexión, pero en general la conexión es tercermundista total», asegura.
En Valle de Manzanedo (Burgos) van a trabajar sin saber si podrán hacerlo. «En el Ayuntamiento nos afecta muchísimo porque todo va vía internet. Ha habido días en los que no podíamos hacer nada», cuenta su alcaldesa María del Carmen Sáiz. Los habitantes de los 15 núcleos del municipio tienen que desplazarse a la fuerza para cualquier trámite, aunque algunos se han aventurado a instalar internet por radio para sus negocios. Es el caso de Alfonso, que dirige la granja ecológica Santa Gadea. «Para nosotros es imposible trabajar sin internet. Lo utilizamos para el envío de pedidos, el control de calidad o la comunicación interna. En la fábrica tenemos un teléfono fijo por cobre, pero no va muy bien, es mejor WhatsApp».

Pérdida de oportunidades

No sería la primera vez que se presentan clientes en la casa rural de Javier Moyano, también en Valle de Manzanedo, sin que les haya llegado la reserva por internet. Si les contactan por teléfono no es mucho más fácil. «Nos llaman, se corta, y a veces para cuando logramos volver a llamar, ya han reservado en otro sitio», asegura Moyano. «A lo largo de los años hemos perdido muchas reservas».
También han intentado suscribirse a servicios de televisión como HBO, pero el streaming se corta con frecuencia y tampoco pueden usarlo a diario porque se agotan los datos. Por eso rezan para que ningún cliente decida descargarse música durante su estancia. «Nos da mucha envidia cuando vemos en televisión anuncios de tarifas de 200 MB para la gente de la ciudad», resume el dueño del hotel rural La Gándara. Aunque saca pecho al asegurar que, pese a todo: «Somos pocos, somos castellanos y aguantamos mucho».
Como dice el alcalde de Magaña, hoy no tener conexión imposibilita cualquier tipo de desarrollo. «Muchos dicen que se van al pueblo a desconectar, pero a las 10 horas sin internet, las ganas se te han pasado».
Fuente: abc.es/sociedad


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